Sunday 24 October 2010

Simplemente tú.

Había un color increíblemente hermoso, había un olor exquisitamente inevitable, habían pensamientos casi perfectos.
Todo era perfecto hasta que mentí, hasta que decidí continuar por el mismo camino que había decido cortar hace un buen rato.
La historia sigue siendo lo mismo, momentos felices, momentos compartidos, momentos indudablemente inolvidables. Todos sienten el mismo sabor, menos el de un derrame de frustrado llanto.
Creí haber encontrado esa esperanza que me empujó a dar vuelta la hoja y continuar caminando sin temor. Bastó con rascarme un poco los ojos y darme cuenta que el avance nunca existió y que para mi pesar, estaban todos a mi alrededor apuntándome y recordándome lo que yo no quería volver a vivir. Ese proceso que no dejé que terminara, que dejé a medias.
Lo cerré para nunca más volverlo a ver, pero quedó mal escondido y me atormenta a diario. Pero con la mirada de los míos fija en mis ojos, me di cuenta que no podía seguir engañándome. Aunque no quiera, tendré que empezar a recoger todo lo que dejé botado, recuperarlo y arreglarlo para enterrarlo y definitivamente no sacarlo más.
Nunca importó cuán duro me esforzara, ahí estaba ella golpeando mi cabeza contra el piso y repitiéndome una y otra vez que ella no se iría de mi lado.
Sólo necesito un poco de auto-control, ¿hay alguien aquí que me ayude a conseguirlo?
No, no, no. No me pidas control porque fuiste tú quién me lo quitó.
Quiero desaparecer, pero no lo haré. Lo enfrentaré, aguantaré, resistiré lo que deba vivir. No importa tener que empezar de nuevo y llenarme de asuntitos que no quería consumir más.
Porque si yo creo que existe algo hermoso, me levantaré, me ducharé, me vestiré, me peinaré y simplemente lo seré.
Me caigo y me vuelvo a parar.

Thursday 21 October 2010

Están todos en una cajita de colección.

Y como todos los días, abrió sus ojitos almendrados, ofuscada porque odia que la noche termine, odia escuchar a los pajaritos. Se duchó, se preparó leche y mientras desayunaba, se maquillaba. Ella sabía que su superficie ya no tenía mucho encanto, por lo tanto siempre estaba muy preocupada de su carita; Ojos y labios debían estar perfectos. Su bolso estaba listo del día anterior, entonces sólo le faltaba revisar una sola cosa: Sus muñequitos.
Se fue directo al escondite y dedicó 5 minutos para compartir con cada uno. Ella siempre tuvo objetivos claros, ella siempre supo que ‘sabía’ que quería, por lo tanto todo lo que ella pudiera querer o desear, lo obtenía. Claramente era así. Bastaba con mirar su colección de muñequitos, de todo tipo, todos diferentes, unos más antiguos que otros, unos más lindos que otros, unos más feos que otros… pero eso no importaba ya que ninguno se quedaba por mucho tiempo, por eso mismo, ella se encargaba TAN bien de cuidarlos mientras los tenía en su poder, que aunque los muñecos tuvieran otro dueño, no se podría evitar ver algún recuerdo de ella… Pasaran los años que pasaran.
Pero, ¿qué es lo que hacía? ¿Cómo lo lograba? Sin tener mayor poder, lograba en poco tiempo ampliar su colección, no importara cuán difícil fuera conseguirlo, o cuán lejos estuviera, todo lo que ella quería lo tenía.
Había días en que ella se preguntaba lo mismo ¿qué era? No había respuesta, ni tampoco lo habrá.
Es la mejor jugando y lo sabe, su colección es más grande que la de cualquiera y no tiene intenciones de detener su ambición; de eso se alimenta, de eso se nutre, con eso se mantiene viva.
Bastaba con observarla un par de segundos. Su mirada coqueta ocultaba lo más oscuro que unos ojos pudieran expresar. Sus rojos labios no sólo eran perfectos, sino que estaban sedientos de masoquismo, que por supuesto SIEMPRE conseguía. Gozaba con el sufrimiento de aquellos y sentía placer incontrolable al cumplirlo.
Ella compra a estos muñequitos, los cambia, los marca, los destruye y los desecha. Era una rutina exquisitamente aterradora.
Esos muñecos son su droga y cuando se aburre, los regala sabiendo que tendrán siempre su aroma.
Esa obsesión casi inevitable de tener todo bajo control, los tiene escondiditos en cajitas separadas. No existe muñeco especial, todo era parte de su enfermiza vida, jamás encontrará a algún muñeco con el cual quiera quedarse.
Piensan que ella es de todos, pero lo cierto es que todos son de ella.
Jamás conservará uno, jamás. Sin sentimiento alguno, su corazón ya está roto y vacío para siempre.
Manipula todo.